9 jun 2010

El deber de reflexionar

Miércoles, 9 de junio de 2010
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El deber de reflexionar
políticamente incorrecto

Francisco Revuelta

PASAMOS por una época en la que, posiblemente, el no saber constituya un factor de
protección para el estado de ánimo, porque cuando uno quiere conocer, lo más probable,
es que se termine con una cierta dosis de malhumor, contrariedad, enfado y
preocupación. Tal como está el patio, no es para menos. Las economías europeas más
fuertes se ven obligadas a planes de ajuste muy duros, lo que repercutirá en el resto de la
UE y a España, en particular, se le exige mucho más. Con este panorama, no se tiran
cohetes de alegría. Pero el estado de ánimo no es sólo una cuestión de datos, de
economía pura y dura. Su negatividad no proviene sólo de las cifras, sino de que
también hay sensación de tomadura de pelo, de falta de seriedad, de inmadurez, de
rancio yuppismo trasnochado y de un sistema creado y regulado para unos pocos.
Ayer los sindicatos llamaron a la huelga a los empleados públicos por la reducción
media del 5% en los sueldos, porcentaje no real para muchos porque bastantes están por
encima. En el caso de la enseñanza universitaria, el recorte es de 7,04% para los
catedráticos de Universidad, de 7,56% para los titulares de Universidad y de 7,90% para
los titulares de escuela universitaria -mayor en los que menos ganan-. A estas horas,
mientras se escribe este artículo, no se sabe el resultado de la convocatoria, pero eso no
es óbice para lo que sigue. Las expectativas no son muy altas, pero aparte de que sea un
éxito o no, la realidad es que existe descontento con las centrales sindicales y una
disminución de su capacidad de influencia social, y sobre esto han de reflexionar. Son
totalmente necesarias para una democracia, pero su imagen se ha visto muy resentida.
No admitirlo sería engañarse. Entre otras cosas, se ha dicho que durante este tiempo han
estado muy calladitas porque el Gobierno las tenía atrapadas. Por ejemplo, según
publica Paloma Cervilla, la secretaria de Estado de Función Pública, Carmen Gomís,
declaró que sólo del Ministerio de Administraciones Públicas, en 2009, los sindicatos
recibieron unos 29.000.000 de euros para formación, la mitad de lo que recibieron todas
las comunidades autónomas juntas, y que, por Real Decreto del Consejo de Ministros,
UGT obtuvo 455.000 euros y CCOO, 330.000 euros. ¿Extraña así silencios y tipo de
declaraciones? Sin ir más lejos, el pasado 1 de mayo, en el Día del Trabajo, las
intervenciones en la Plaza de las Monjas de Huelva de los dirigentes provinciales de
ambas organizaciones fueron paradigmáticas, sobre todo, la del de UGT: parecía que
quien gobernaba el Estado era el ala más derechista del PP, sin ninguna mención ni al
PSOE ni a Rodríguez Zapatero. Curioso, ¿verdad? Sea cual sea el número real de los
que hayan hecho huelga, los sindicatos deben meditar profundamente, si quieren jugar
el papel que les corresponde.

Dimisión de todos

Miércoles, 2 de junio de 2010
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Dimisión de todos
políticamente incorrecto


SON muchos los que afirman que Rodríguez Zapatero está tocao, como en el juego de
los barquitos, y dentro de éstos hay un buen porcentaje que está deseando que se hunda
de una vez, que mucho está tardando. Es una reacción comprensible, no sólo por sus
últimas duras medidas, que afectan a la economía de personas que no destacan, casi
ninguna, por recibir sueldos elevados, sino, sobre todo, por la forma en la que ha ido
afrontado los acontecimientos, con medidas que se han percibido como poco serias e
improvisadas, lo cual ha provocado una singular y, a la vez, extrema falta de confianza
en su liderazgo y en su capacidad para dirigir las riendas del Gobierno central.
Sabedores de esta realidad, como es lógico, la oposición pretende aprovechar la
oportunidad, no quiere dejar pasar la ocasión de sacar tajada del momento -cualquier
partido lo haría- y cada uno de los que la componen se las ingenia para ver cómo se
benefician.
A la vista de cómo está el patio, en la que se palpa sin dificultad la debilidad de los
socialistas, los del Partido Popular -acompañados de su ámbito de influencia mediáticase
han lanzado a repetir, cada vez que surge la oportunidad, una versión adaptada de
aquel famoso "váyase Sr. González" que reiteradamente pronunciaba, como el muñeco
de un ventrílocuo, el entonces aspirante a La Moncloa, José María Aznar. "Dimisión,
dimisión…" piden, corean, gritan y claman los del PP, al son de manotazos sobre las
mesas, con un soniquete que recuerda a ciertas escenas de películas. Dimisión por aquí,
por allá, ayer, hoy y, seguro, mañana. Los peperos no se cortan. Están arañando las
puertas del poder y eso les hace estar exultantes, nerviosos y atrevidos. ¿Por qué no
perder un poco o mucho la compostura, si mañana puede recomponerse?
Sin embargo, quizás la derecha política o la que eufemísticamente denominan centro
derecha, la que milita en el PP, tendría que plantearse la solicitud y exigencia que
reclaman. Tal vez, les convendría que miraran, observaran y -¿por qué no?- se
zambulleran en la sociedad, al margen de siglas, de ese mundo cerrado que impera tanto
en los partidos, de ese aire viciado del aparato y de ese hablar y escucharse sólo para
uno mismo o para los de la casa. Se percatarían de que la ciudadanía está harta de todos
y de que, puestos a hablar de renuncia o abandono, habría que hacerlo en plural. Lo
ideal sería que dimitieran todos y cada uno de los dirigentes actuales de todas las
organizaciones, incluidas las sindicales, para que se diera paso a una total renovación,
con la esperanza de que no se colaran tantos demagogos, ineptos y oportunistas como
los que ahora padecemos. Bueno, sé que lo anterior es imposible, que es únicamente un
desiderátum, pero les confieso que me he quedado muy a gusto diciéndolo. Gracias por
su consideración.